Steve Jobs murió en octubre del 2011 de un cáncer de páncreas que le habían detectado hace una década. El portal Semana recuerda que el empresario informó sobre su diagnóstico en el 2004, cuando las predicciones de mejora ya no eran nada favorables.
Tras la muerte de la mente maestra de Apple, los familiares permitieron cualquier tipo de cobertura mediática con una sola excepción: la locación de los restos el día de su ceremonia póstuma.
En ese entonces, sus seres más cercanos dijeron que no querían que la tumba de Steve Jobs se convirtiese en un sitio turístico y por lo tanto nadie sabe dónde está enterrado.
Basados en este hecho, un grupo de conspiranoícos dice que su cuerpo espera por una cura a este tipo de cáncer para posteriormente seguir viviendo.