Día internacional de Nelson Mandela: cuando el silencio fue revolución y la cárcel cuna de libertad.

Un día como hoy en 1918, en la Sudáfrica de la segregación, el racismo y la desigualdad legalizada, nacía Nelson Rolihlahla Mandela. Aquel niño, , crecería para convertirse en el preso político más famoso del mundo, el primer presidente negro de su país y el rostro más nítido de la lucha por la libertad.

Con apenas 30 años ya era una figura central del Congreso Nacional Africano (CNA), liderando campañas de desobediencia civil contra el apartheid, ese sistema brutal que separaba a la población por raza y negaba derechos a la mayoría no blanca. Perseguido, detenido y finalmente condenado a cadena perpetua en 1964, Mandela pasó 27 años en prisión antes de ser liberado en 1990, sin renunciar jamás a su causa.

Durante esos años, su nombre prohibido dentro de Sudáfrica fue un grito global de resistencia. Aún preso, inspiraba. Rechazó salir en libertad a cambio de traicionar sus ideales. Su famosa frase lo resumía todo: “Es un ideal por el que estoy dispuesto a morir”.

Una vez liberado inició el camino de reconciliación. En 1993, en reconocimiento de sus logros, el gran valor de sus actos y su compromiso con los derechos humanos fue condecorado con el Premio Nobel de la Paz. En 1994, tras el fin del apartheid, fue elegido democráticamente como presidente de una nueva Sudáfrica, y prefirió tender la mano antes que clamar venganza. Promovió el perdón, la igualdad y la unidad. Su legado más duradero quizá no sea solo político, sino ético y humano.

Una de sus causas fue la defensa del Derecho a la Educación. “Vivimos en un mundo en el que los conocimientos y la información han avanzado a pasos agigantados mientras millones de niños no van a la escuela” expresó en 2005.

Desde 2009 cada 18 de julio por decisión de la ONU se conmemora el Día Internacional de Nelson Mandela. Se lo hace para arrojar luz sobre el legado de un hombre que cambió el siglo XX y ayudó a forjar el XXI, con una acción concreta: 67 minutos de servicio comunitario, en homenaje a los 67 años que Mandela dedicó a servir a la humanidad. Cocinar para personas sin hogar, donar sangre, enseñar a niñas y niños, limpiar espacios públicos o simplemente ayudar al prójimo.

Nelson, el padre fundador de la paz en Sudáfrica, falleció rodeado de su familia en 2013, pero su legado sigue creciendo. Hoy, en tiempos turbulentos, lo recordamos no solo por su historia, sino por ser muestra de la resistencia a la opresión, de la justicia sobre la desigualdad, de la dignidad sobre la humillación, del perdón sobre el odio.

Su lucha no terminó con él, como escribió en su autobiografía:

“Ser libre no es solo liberarse de las cadenas, sino vivir de una manera que respete y potencie la libertad de los demás”.

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