Apareció en un pueblo perdido al sudeste de Uruguay. La prenda formó parte del homenaje que le hicieron al DT el 18 de octubre, en la Bombonera, antes del partido con Belgrano.

Aquella camiseta que honró al DT y se soltó al aire antes de aquel partido, ensayó una inesperada travesía por el cielo y tuvo un desenlace curioso. Sucedió que dos días después del contundente triunfo en el superclásico ante River, se supo que la casaca azul y oro aterrizó… en otro país. Cayó en Cañada Nieto, en el partido de Soriano, en el sudoeste de Uruguay, donde viven solo 430 habitantes.
“Un joven productor rural de Soriano trabajando en el campo se encontró con algo que brillaba, era la camiseta homenaje a Russo que Boca Jrs mandó al cielo en memoria al exentrenador fallecido recientemente”, contó en su cuenta de X @Pepe_Temperan, periodista uruguayo quien informó el hallazgo.
Las fotos no dan margen para las dudas y dan cuenta de la histórica pieza: los globos desinflados estaban todavía atados a la camiseta con la inscripción intacta de “1956-∞“. Y lógicamente, el productor no pudo evitar la sorpresa al encontrarse con la camiseta, que viajó 106 kilómetros para terminar en el pueblo uruguayo, ubicado a 252 km de Montevideo, entre el río San Salvador y el arroyo del Espinillo.

Según informó Pepe Temperan, el joven analiza qué hacer con la camiseta y una de las posibilidades es regresar a Boca y llevársela a Edinson Cavani.
“Soy productor rural en la zona de Soriano, cerca de Mercedes. Fue ayer (martes) en la tarde, que andaba en el tractor cortando pasto. Pasé por al lado y acá en esa zona siempre caen globos de helio. Primero no le di mucha importancia, pasé de nuevo, casi le paso por arriba, pero vi que había un escudo de Boca, me bajé y la abrí, vi que decía Miguel y le mandé foto a mi novia”, relató Agustín Elugui, el productor uruguayo en diálogo con los medios.

Homenaje a Miguel Russo
Previo al partido con Belgrano, el 18 de octubre, Leandro Paredes y Claudio Úbeda, exayudante de campo de Russo y convertido en su DT sucesor, soltaron globos azules y amarillos con tres estrellas doradas, una por cada título que ganó, y además una camiseta con el número 1956 -el año de su nacimiento- con el símbolo de infinito. En un palco, su familia observaba la escena, emocionada. Aunque el entrenador en el banco fue Úbeda, la voz del estadio lo recordó a él: “Miguel Ángel Russo”.
La Bombonera explotó aquella tarde, como en las noches de gloria: “Muchas gracias, Miguelo; muchas gracias, Miguelo; vos no diste la copa, vos no diste alegrías, lo que hiciste por Boca no se olvida en la vida”. El estadio lució como a Miguel le gustaba: repleto, colorido, lleno de vida.








