Pobreza en Santa Fe: los datos bajan, pero la realidad en los barrios no cambia

Aunque las cifras oficiales del INDEC muestran una mejora en los índices de pobreza e indigencia, referentes sociales en Santa Fe aseguran que la situación cotidiana sigue siendo crítica. La demanda en comedores crece, los ingresos no alcanzan y la exclusión se profundiza.

Según el INDEC, la pobreza en Argentina bajó del 38,1% al 31,6% durante el primer semestre de 2025. En el Gran Santa Fe, también se registró una mejora: del 43,4% al 35,8%. La indigencia cayó al 6,3%, es decir, unas 34.922 personas. Sin embargo, en los barrios populares de la provincia, organizaciones sociales y comunitarias aseguran que esta recuperación no se ve reflejada en la vida real.

Las organizaciones sociales santafesinas cuestionan la realidad del dato

Rubén Sala, del Movimiento Territorial Liberación (MTL), destacó que si bien la disminución de la pobreza se da en un contexto de menor inflación, “la situación sigue siendo tremenda”. Según explicó, incluso personas con empleos en blanco siguen estando por debajo de la línea de pobreza, y más del 50% de los trabajadores se encuentran en la informalidad, lo que agrava la precariedad laboral y deja sin aportes al sistema jubilatorio.

Desde la organización La Poderosa, María Claudia Albornoz expresó su sorpresa ante los datos del INDEC, asegurando que en los comedores sociales la demanda de alimentos no ha disminuido. «La gente no viene a decirnos que dejó de ser pobre. Por el contrario, los listados siguen creciendo», señaló.

Albornoz remarcó que muchas personas tienen varios trabajos precarios, pero aún así no logran acceder a la Canasta Básica. “Es imposible que la pobreza haya bajado si los ingresos siguen siendo tan bajos”, afirmó.

María Claudia Albornoz, referente de La Poderosa.

Desde el Movimiento Los Sin Techo, José Luis Zalazar alertó que la situación en Santa Fe sigue siendo crítica y afirmó que la cantidad de cartoneros en la ciudad se duplicó. Esto se debe, según explicó, a la desaparición de las changas tradicionales -como cortar el pasto, pintar o realizar pequeñas obras de albañilería- que históricamente fueron un sostén económico para los sectores más vulnerables.

“El problema es que la clase media también ajustó, y ahora hace por su cuenta lo que antes tercerizaba. Así, mucha gente se quedó sin esa fuente de ingreso informal”, explicó Zalazar, quien además afirmó que “no percibimos una baja de la indigencia”.

Desde la organización también señalaron que las estadísticas del INDEC y la Encuesta Permanente de Hogares no captan la magnitud de la crisis, ya que muchas personas con ingresos informales no son registradas. Además, sectores que solían ofrecer trabajo eventual, como la construcción, el comercio o la industria, no se han reactivado.

A pesar del contexto adverso, Los Sin Techo continúan trabajando en la erradicación de ranchos y actualmente están construyendo 80 viviendas en distintos barrios. “Esos son los verdaderos indigentes. Por eso hablamos con propiedad”, remarcó Zalazar.

También aportó un dato clave: una familia tipo necesita alrededor de 450.000 pesos mensuales solo para cubrir las calorías básicas, pero con la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar apenas logran cubrir el 60% de esa cifra. “Con lo que reciben, les faltan 180.000 pesos solo para alimentarse”, sostuvo.

José Luis Zalazar, referente del Movimiento Los Sin Techo.

Ivana Pintos, de la Federación de Cooperadores Escolares del Gran Santa Fe, puso el foco en las limitaciones del cálculo del INDEC. Dijo que se considera solo el costo de alimentos secos y se ignoran servicios esenciales como alquiler, gas o transporte. Además, cuestionó que con un ingreso mensual de 400.000 pesos se considere que una persona dejó de ser pobre. “¿En Santa Fe, alguien con ese ingreso realmente vive dignamente?”, se preguntó.Respecto a la alimentación escolar, explicó que el Estado asigna 467 pesos por niño para la copa de leche y $1.121 para el comedor, montos que no cubren ni una cuarta parte de lo necesario para asegurar una nutrición adecuada a lo largo del día. “Los comedores hacen malabares. El Estado no atiende como debe a sus infancias y adolescentes”, concluyó.

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