El Banco Central vendió USD 53 millones para sostener al mayorista en $1.474,50, el techo de la banda cambiaria. Mientras tanto, el mercado cuestiona el verdadero poder de fuego de las reservas y advierte sobre riesgos crecientes.

Por primera vez desde la instauración de la banda cambiaria en abril, el Banco Central salió a intervenir directamente en el mercado con ventas por USD 53 millones. El objetivo fue impedir que el dólar mayorista perforara el límite superior de $1.474,50, valor en el que cerró la jornada. La medida se da en un contexto de fuerte presión cambiaria y desconfianza sobre la capacidad oficial de sostener el esquema vigente.
El director del BCRA, Federico Furiase, afirmó que el organismo cuenta con USD 22.000 millones disponibles para sostener la banda, aunque analistas privados recortan esa cifra a unos USD 17.000 millones. «Que algunos no lo crean no es algo que dependa de nosotros» subrayó Furiase. El uso intensivo de esas reservas, advierten, podría generar más incertidumbre respecto de la acumulación de divisas y el cumplimiento de los compromisos con el FMI.

Mientras tanto, los dólares financieros siguen en alza: el MEP trepó a $1.492,31, el CCL alcanzó los $1.500 y el blue se vendió a $1.515. El dólar tarjeta ya roza los $2.000.
En este marco, la compañía de servicios financieros inglesa Barclays alertó que la Argentina necesita modificar el régimen cambiario. En un informe reciente, planteó que un tipo de cambio más alto favorecería la acumulación de reservas y daría mayor credibilidad al programa, aunque estima que el Gobierno intentará sostener la estabilidad al menos hasta las elecciones de octubre.
Según la entidad británica, las reservas netas líquidas son más bajas de lo necesario y podrían quedar en terreno negativo hacia el final del mandato de Javier Milei. Por eso, proyecta que un ajuste en el techo cambiario sería inevitable.

El informe advierte que el esquema actual está bajo presión, pero también destaca que la disciplina fiscal lograda hasta ahora podría ser un ancla para un eventual giro macroeconómico. En ese sentido, sugiere que una devaluación controlada, combinada con superávit fiscal y baja inflación, podría generar un “círculo virtuoso” de confianza en los mercados.
Con el dólar en la mira, el Gobierno enfrenta así un dilema: seguir defendiendo la banda con reservas escasas o avanzar en un cambio de régimen que reduzca la tensión pero con costos políticos en un año electoral.